Estuve en Cracovia.
Después de unos días en Praga, marchamos hacia Cracovia, la antigua capital de Polonia.
De camino al hotel nos detuvimos en una plaza llena de sillas. Fue en ella donde los nazis congregaron a los judíos de la localidad con la promesa de trasladarles a un sitio distinto. Acudieron con sus enseres, sus maletas, algunos muebles, lo que consideraron de valor. Los nazis se los llevaron a todos, pero todas sus pertenencias allí quedaron, testigos mudos que gritaba con su presencia. Las sillas son un monumento conmemorativo que, efectivamente, te conmociona en tu primer contacto con la ciudad polaca. También en esta ciudad se hallaba (se levanta aún con las misma puerta principal) la fábrica de Schindler, el empresario que salvó a cientos de judíos del holocausto registrando en su empresa el doble de trabajadores de los que en realidad tenía. La ciudad aún conserva un trozo del muro que delimitaba el gueto judío.
La ciudad es muy hermosa. Me gustó más que Praga, pero aún no ha entrado el suficiente dinero. todo llegará. Destacan su plaza del mercado, la más grande de tipo medieval de toda Europa, con un ambiente formidable de día y espléndido de noche. Contiene la bella iglesia gótica de Santa María.
Destaca especialmente el castillo real, en el que residieron en su momento los Reyes Católicos y que conserva su dragón (aunque sólo sea legendario).
La cerveza también es de primera.
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