domingo, 27 de septiembre de 2009

Berlín

Estuve en Berlín.

Y me encantó. Desde el momento en que llegamos, la ciudad mostraba y demostraba una vitalidad maravillosa. Quizá, tuvo mucho que ver con ello que se estaban celebrando los mundiales de atletismo en la ciudad del oso, pero, aún así, daba gusto pasear por sus amplísimas avenidas, o por las escondidas calles llenas de encanto, siempre rodeados de gente de buen humor y ganas de disfrutar de la urbe.



No dejamos nada por visitar. El hotel estaba situado en plena Plaza de París, es decir, a veinte metros de la puerta de Brandeburgo. Muy cerca, la Plaza de Postdam, con edificios increíbles y con el semáforo más antiguo de europa. No muy lejos, Check Point Charly, paso fronterizo entre las dos Alemanias, el Parlamento, con su cúpula de cristal que se puede ir bordeando en un paseo, los búnqueres (que merecen un post por sí solos) y cientos de impresionantes lugares más.

Aún conserva una gan cantidad de Muro. Los trozos de piedra que se venden en las postales son de Taiwan. Pero todo el perímetro del Muro está de algún modo señalado, para que a nadie se le olvide lo que significó. Es emocionante cruzar la línea con un sólo paso cuando muchos otros antes murieron al intentarlo.

La Segunda Guerra Mundial está muy presente en muchos lugares de la ciudad, al igual que el recuerdo de la barbarie nazi contra los judíos.

El museo de Pérgamo es una pasada si te gusta la cultura helénica, alAñadir imagen igual que el busto de Nefertiti expuesta en el museo egipcio y la catedral protestante es bella por dentro y por fuera. Recomendable un paseo en barco por el río y, por supuesto, la cerveza acompañada de grandes salchichas.










Absolutamente recomendable visitar Berlín, una capital de primera línea, una ciudad hecha para ser disfrutada. Lo dicho, me encantó Berlín.

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